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03
Mario coperse di tante idee i poveri passeri da celarne le esili membra. Il fratello Giulio che
abitava con lui, e pretendeva di amare la sua letteratura, non sapeva amarla abbastanza per
includervi anche gli uccelletti. Pretendeva che mancassero d'espressione. Ma Mario spiegava
ch'erano essi stessi un'espressione della natura, un complemento delle cose che giacciono o
camminano, al disopra di esse, come l'accento sulla parola, un vero segno musicale.
L'espressione più lieta della natura: negli uccellini neppure la paura è verde e abietta come
nell'uomo, e non mica perchè celata dalle pene, chè appare anzi evidente, ma non altera in alcun
modo il loro elegante organismo. Si deve anzi credere che il loro cervellino non la sappia mai.
L'allarme viene dalla vista o dall'udito, e nella fretta passa direttamente alle ali. Gran bella cosa un
cervellino privo di paura in un organismo in fuga! Uno degli animalucci ha trasalito? Tutti
fuggono, ma in modo che pare dicano: Ecco una buona occasione per aver paura. Non conoscono
le esitazioni. Costa tanto poco fuggire quando si hanno le ali. E il volo loro è sicuro. Evitano gli
ostacoli rasentandoli, ed attraversano il più fitto groviglio di rami d'alberi senza mai esserne
arrestati o lesi. Pensano soltanto quando son lontani, e cercano allora d'intendere la ragione della
fuga, studiando i luoghi e le cose. Inclinano con grazia la testina a destra e a sinistra, e aspettano
con pazienza di poter tornare al luogo donde son fuggiti. Se ci fosse della paura ad ogni loro fuga,
sarebbero morti tutti. E Mario sospettava che si procurassero ad arte tante agitazioni. Infatti
potrebbero mangiare in piena calma il pane che viene loro donato, e invece essi chiudono gli
occhietti maliziosi ed hanno la convinzione che ogni loro boccone è un furto. Proprio così
condiscono il pane asciutto. Da veri ladri non mangiano mai sul posto ove il pane è stato gettato, e
là non c'è mai lite fra di loro perchè sarebbe pericoloso. La contesa per le briciole scoppia al posto
ove son giunti dopo la fuga.
Grazie a tanta scoperta, stese con facilità la favola: “Un uomo generoso, regolarmente, per
lunghi anni, aveva regalato ogni giorno del pane agli uccelletti, e viveva sicuro che l'animo loro
fosse pieno di riconoscenza per lui. Non sapeva guardare costui: altrimenti si sarebbe accorto che
gli uccelletti lo consideravano un imbecille cui, per tanti anni, avevano saputo rubare il pane senza
che a lui fosse riuscito di catturare neppur uno di loro”.
Pare impossibile che un uomo sempre lieto com'era Mario, abbia commesso un'azione
simile scrivendo questa favola. Era dunque lieto solo a fior di pelle? Ficcare tanta malizia e tanta
ingiustizia nell'espressione più lieta della natura! Equivaleva a distruggerla. Io credo anche che
immaginare quell'orrenda sconoscenza dagli alati, fosse una grave offesa all'umanità, perchè se gli
uccellini che non sanno parlare parlano così, come si esprimerebbero i beneficati dalla lingua
lunga?
E intimamente tristi erano tutte le sue piccole mummie: durante la guerra diminuì sulle vie
di Trieste il transito dei cavalli i quali poi erano nutriti di solo fieno. Mancavano perciò sulla via
quei semi saporiti lasciati intatti dalla digestione. E Mario si figurava di domandare ai suoi piccoli
amici: “Siete alla disperazione?”. E gli uccellini rispondevano: “No, ma siamo in meno”.
Voleva forse Mario abituarsi a considerare anche il proprio insuccesso nella vita come una
conseguenza di circostanze che non dipendevano da lui, per sottomettersi senza dolore? La favola
resta sorridente solo perchè chi legge ride. Ride di quella bestia d'uccellino che non ricorda la
disperazione, vicino alla quale è vissuto alcuni certi giorni, perchè egli stesso non ne fu toccato. Ma
dopo di aver riso si pensa all'impassibile aspetto della natura quando fa i suoi esperimenti, e si
rabbrividisce.
Spesso la sua favola fu dedicata alla delusione che segue ad ogni opera umana. Pareva
volesse consolarsi della propria assenza dalla vita dicendosi: Sto bene io che non faccio, perchè
non fallo. |
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3
Mario cubrió los pobres gorriones con tantas ideas que sus miembrocillos quedaron completamente cubiertos por ellas. Su hermano Giulio, que vivía con él y pretendía amar su lectura, no sabía amarla lo suficiente para incluir en ella también anche los pajarillos. Afirmaba que les faltaba de expresión. Pero Mario explicaba que ellos mismos son una expresión de la naturaleza, un complemento de las cosas que están echados o caminan, por encima de estas, al igual que el acento sobre la palabra, un signo musical verdadero. La expresión más alegre de la naturaleza: En los pajaritos nisiquiera el temor es fresco y mezquino como en los hombres y esto no es así porque las plumas lo cubren todo, lo que parece obvio, sino porque no tiene influencia alguna sobre su elegante organismo. Se podría incluso creer que su cerebrillo no sabe nada de esto. La alarma viene del ojo o oído y en el apuro pasa directamente a las alas. Qué cosa hermosa es un cerebrillo desprovisto de temor en un organismo que huye! Uno de los animalitos se estremeció? Todos escapan, pero de manera como si quiesieran decir: Esto es una buena ocasión para tener miedo. No conocen las exitaciones. Tan fácil es escapar cuando se posede alas. Y su vuelo es seguro. Evitan los obstáculos cuando los rozan y cruzan la broza de ramas de los árboles más densa sin ser jamás parado o herido. Solo piensan si están lejos y entonces tratan de entender la razón de su huída, estudiando los lugares y las cosas. Inclinan la cabeza a la derecha y a la izquierda graciosamente y esperan pacientemente hasta que puedan volver al sitio donde habían huido. Si hubiese habido temor en cada una de sus fugas, todos estarían muertos. Mario creía que se procuraron tanta agitación a propósito. En el fondo podrían comer en toda tranquilidad el pan que se les da, pero ellos cierran los ojos maliciosamente y están convencidos que cualquier bocado es un robo. Es así que sazonan el pan seco. Como ladrones de verdad no comen nunca en el sitio donde ha sido tirado y ahí jamás luchan entre ellos, porque sería peligroso. La lucha por las migas estalla en el sitio donde se reunen después de la fuga. Gracias a todos esto descubrimientos creyó con facilidad esta fábula: "Un hombre generoso había regalado durante muchos años pan a los pajaritos y estaba seguro que ellos le estarían agradecidos. No era capaz de observarles bien, porque si lo habría sido, se habría dado cuenta que los pajaritos le consideraron un imbécil al cual durante muchos años habían podido robar el pan sin que el hubiese sido capaz de atrapar uno de ellos." Parece imposible que un hombre siempre feliz como Mario hubiese podido cometer una acción similar escribiendo esta fábula. ¿Fingía a caso solo ser feliz? Meter tanta malicia y tanta injusticia en la expresión más alegre de la naturaleza! Esto equivale a destruirla. Yo creo incluso que atribuir tanta ignorancia a los pájaros es una gran ofensa para la humanidad, porque si los pajaritos que no saben hablar habla así, como se exprimerían los que tienen una lengua larga? Muy triste eran todos sus pequeñas mumias: Durante la guerra disminuyó en las calles de Triest el tráfico de caballos los cuales se nutría solo con hieno. Por lo tanto faltaban en la calles las semillas sabrosas que la digestión dejo enteros. Mario se imaginaba como preguntaba a sus pequeños amigos: "Estáis desesperados?" Y los pajaritos le respondían: "No, pero somos menos." ¿Quería a caso Mario acostumbrarse a considerar su propio fracaso en la vida como una conseguencia de circunstancias que no dependieron de él para someterse sin dolor? La fábula no dejó de ser divertida, pero solo porque aquel que la leía reía. Reía de aquel animal de pajarito que no se acuerda de la desesperación al lado de la cual había vivido un par de días, porque él mismo no fue concernido. Pero después de haber reído se piensa en la marcha implacable de la naturaleza y se estremece. Muy a menudo sus fábulas trataban de la desilusión que sigue a cualquier obra humana. Parecía que quería consolarse de sus propias penurias diciendose: Hago bien en no hacer nada, porque así tampoco habrá fracaso.
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