|
37
Il cappello del Gaia era stato abbandonato alla bora che lo sollevò alto, alto. Ora un
cappello, specie quando soffia la gelida bora, è un oggetto molto importante, e il Gaia perdette la
poca capacità di reazione che poteva avere, per adiantelo con l'occhio, esitante se non dovesse
rincorrerlo. Ciò gli conferì per un istante un'aria d'indifferenza che fece trasalire Mario. Forse egli
aveva sbagliato. Forse il Westermann esisteva tuttavia. E allora che figura avrebbe fatto? Fu un
attimo angoscioso e di speranza intensa. Aveva ancora la minaccia nell'occhio, e pur supponeva
che forse un momento dopo si sarebbe dovuto gettare ai piedi del Gaia.
Ma intanto il cappello del Gaia, dopo essere calato a terra, sparì ruzzolando sul marciapiedi,
dietro al prossimo svolto. S'avviava al Canale, alla definitiva perdizione, ed il Gaia comprese che
non lo poteva ripigliare. S'avvicinò a Mario, da cui l'aveva allontanato il manrovescio, e Mario si
sbiancò accorgendosi che voleva parlare e non reagire. Da tutte le bestie intelligenti si osserva che
un forte dolore fisico come quello prodotto al Gaia dalla percossa, dà intero il sentimento del
proprio torto. Intanto, per poter protestare, confessò: “Perchè? Per uno scherzo innocente”.
E così Mario apprese con disperazione ma anche con sollievo che il Westermann proprio
non esisteva. Confermò subito il manrovescio precedente con un altro. E gli sarebbe bastato, se il
suo mite animo avesse potuto intervenire. Ma è difficile, per chi manca di pratica, cessare dal
picchiare quando vi si è abbandonato con piena violenza. Perciò piovvero sulla testa del povero
viaggiatore di commercio due altri fortissimi colpi, appioppati da Mario a due mani, perchè oramai
la sinistra doveva aiutare la destra ch'era quasi paralizzata dal dolore. |
|
37
La gorra de Gaia se la había llevado el viento y la llevaba en alto y cada vez más alto. Una gorra, especialmente cuando sopla un viento norte helado, es algo muy importante y Gaia perdió la poca capacidad de reaccionar que podía tener seguiendolo con el ojo, hesitante si no debía adiantelo. Esto le dió per un momento un aspecto de indiferencia que hizo estremecer a Mario. A lo mejor se había equivocado. A lo mejor el Westermann existía todavía. Qué aspecto tendría entonces. Era un momento lleno de angustia y de intensa esperanza. En sus ojos había todavía la menaza, a pesar de que pensaba que un momento después se tendrá que arrojarse a los pies del Gaia. Mientras tanto la gorra de Gaia, después haber caído en el suelo, desapereció rodando sobre la acera, detrás de la próxima esquina. Se acercaba al canal para desaperecer para siempre y Gaia comprendió que no podía alcanzarla. Se acercó a Mario, del cual se había alejado por el puñetazo y Mario se puso pálido al ver que quería hablar y no reaccionar. En todas los animales se puede observar que un fuerte dolor fisico como aquello que había infligido el puñetazo a Gaia les hace completamente conscientes de su propia culpa. Pero, para poder protestar, confesó: "Y por qué? Por una burla inocente?" Y de esta manera Marió se enteró con desesperación pero también con alivio que Westermann no existía. Afirmaba imediatamente el puñetazo anterior con un segundo. Esto le habría bastado si su ánimo debil hubiese podido intervenir. Pero es difícil, para alguien que carece de práctica, dejar de pegar cuando se había dejado arrastrar por este ímpetu. Así cayeron sobre la cabeza del pobre agente de negocios dos golpes muy fuertes más, administrados de Mario con las dos manos, porque ahora la izquierda tenía que ayudar a la derecha que era ya paralisado del dolor.
|